OLIVEROS EN FACEBOOK

Acabo de abrir mi facebook y encontré en la página de inicio que a Juan Carlos Herrera le había gustado la publicación que Ricardo Ramírez Requena. En sus notas (también de facebook), Ricardo publicó tres poemas de Alejandro Oliveros. Aquí les traigo dos para el deleite de todos:

Generosidad del cuerpo
El cuerpo es el más generoso
de los seres. Nos acoge
a diario entre sus pliegues
cálidos. Nos protege de las lluvias
en mayo y de los ventarrones
en enero. No cede cuando
la sequía arremete contra
vegas y cañaverales.
Al regreso del sueño, el cuerpo
está siempre allí, a nuestro
lado. Sentimos que nos cubre,
como el cielo cubre la tarde.
Es una carreta nuestro
cuerpo. Cada mañana nos lleva
al trabajo y, con paciencia,
espera para el retorno. Nada
exige nuestro cuerpo. Acaso
una taza de humeante sopa
y un mendrugo de pan en la mañana.

Cuando el cuerpo habla
He observado cuerpos en las posturas
más extremas. Desde el decúbito desnudo
del paisaje esplendoroso, largo y adormecido,
hasta la contorsión hueca y dolorosa.

A unos los he tenido en mis manos,
a otros, al alcance de un suspiro.
Los he acariciado con mis manos
y los he compadecido con los ojos.

De tanto observar y tocar, puedo decir
que no se comunican con facilidad los cuerpos.
Les resulta arduo ponerse de acuerdo.
De pronto, parecen haber perdido

la capacidad de hablar. Y cuando hablan
no se entienden. Se dicen cosas, es cierto,
pero son palabras que no aparecen
en los diccionarios. Entonces,

los cuerpos sufren y se ocultan.
Pueden pasar años el uno junto al otro,
sin cruzar verbos ni adjetivos,
limitados al roce en penumbras y la fatiga sudorosa.

Cuando el cuerpo habla es necesario
hacer silencio, suspender la vanidad
y cubrirse de miel para que los sonidos
sean más claros. Para que la piel aprenda

la vainilla de las vocales, sienta
la canela de los pronombres
y el monosílabo se extienda por los pliegues
y llanuras del cuerpo esplendoroso.

Cuando el cuerpo habla, en las posturas
más extremas, en Pompeya, en una sala
de operaciones o en la habitación del hotel
más simple, hay que acercarse y escuchar.

Alejandro Oliveros
(Del libro Poemas del cuerpo y otros)

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